AMIGOS EN CUARENTENA (Pandemia)

AMIGOS EN CUARENTENA

En esta cuarentena 2020 suceden y seguirán sucediendo hechos inéditos … insólitos.

Muchos tienen que ver con cada hogar y sus costumbres.

Puntualmente hoy me quiero referir a aquél hogar habitado por una pareja sola, y no viene al caso el porqué están solos … Esposa y Esposo.

Son amigos y esto que les cuento me lo fueron explicando por Whatsapp, tanto uno como el otro, yo traté de resumir …

Ellos comenzaron a enfrentarse en luchas impensadas, agravadas, con el paso de los días, por esta reclusión exigida por las consabidas circunstancias.

Si opinara sobre ellos diría que son esa clase de parejas que, en general, no tienen los mismos gustos, aunque lograron mantener su matrimonio por años.

No comparten la misma música, no tienen los mismos gustos en cuanto a programas de televisión, cine o teatro.

En la decoración de su hogar siempre triunfó ella con su posición “ anti minimalista”.

No coincidían en sus colores preferidos ni siquiera en el lugar donde vacacionar y así podría mencionar muchas más diferencias entre ellos …

Es suficiente …

Ni hablar de los gustos por las comidas.

Que picante no … que picante si, que fritos no … que fritos si, que tanta carne vacuna no, que viva el vegetal !!!

Muchas de las veces, alguno de los dos aceptaba y se resignaba a comer lo que el otro cocinaba y otras tantas se negaban y comían simplemente un sándwich en el living o en el propio dormitorio, para no entrar en discusión.

Dentro de las alimentos que acostumbraban consumir, el queso, de cualquier tipo, era una de las poquitas cosas que disfrutaban juntos.

Coincidían en el gusto por el producto lácteo.

Nunca faltaba un trocito de queso en la heladera para compartir antes del almuerzo o de la cena o, a decir verdad, en cualquier momento del día o en plena madrugada, donde el ataque a la heladera, tipo 3:30 horas, se tornaba feroz.

Una noche, ya en cuarentena, un trozo de queso fue «el protagonista», previo a la cena.

Más precisamente un pedacito de Gruyere.

El queso se convirtió como aquél tesoro que se disputa en un barco en el fondo del mar, por dos buscadores de joyas con ansiedad perversa y con ánimo de pelear hasta obtener su cometido, hasta las últimas consecuencias.

Cerca de las 21.30 horas de aquél Martes, ambos se sentaron a la mesa.

En ella y en un pequeño plato se “lucía” ese trocito de queso Gruyere.

Mientras tanto, en la cocina, se escuchaba el comienzo del hervor del agua en una vieja olla, donde los fideos tirabuzones tricolor, pronto se convertirían en el único plato de la noche.

Ambos fijaron su vista en el Gruyere y, automáticamente, se miraron a los ojos con muestras de odio.

Tomaron cada uno su tenedor y su cuchillo.

Colocaron sus manos a cada lado de los platos, apoyándolos con fuerza, como clavando una pala de punta en tierra seca y como esperando el balazo en la partida de una carrera de 100 metros llanos.

Estaba claro que el objetivo era apropiarse del Gruyere, costase lo que costase.

En principio, no emitieron palabra, pero sus movimientos inconscientes en la silla se asemejaban a boxeadores estudiándose en el primer round de un combate.

Alguien había comido a escondidas casi todo el medio kilo, comprado 2 días atrás, traído por un Delivery, ya que ninguno de los dos podía salir de compras por indicación del Gobierno.

Eran sólo ellos dos en la casa …

Desconfiaban el uno del otro.

La charla derivó en reproches de todo tipo, donde cada una de sus miserias se fueron desnudando de a poco.

En pocos instantes la pelea subió de tono …

Toda una vida de reclamos, de críticas, de ausencias, de egoísmos, de supuestas infidelidades, etc., fueron expuestos sin piedad, en esa noche caótica de cuarentena.

La pelea abarcó desde aquél día en que se conocieron, en un cumpleaños, de un amigo en común, 41 años atrás … hasta el mismo momento en que ambos clavaron sus tenedores, al mismo tiempo, en el trocito de queso con un fuerte ruido a metal por el choque entre sus cubiertos.

Quedaba en sus manos derechas un cuchillo tramontina dentado … expectante … listo para ser usado …

No importaba ni el virus, la pandemia o la cuarentena, el abrazo social, las series de Netflix, los vivos en Facebook, los Tick Tock, el Instagram, la falta de partidos de fútbol, extrañar el Bailando por un sueño, el Zoom con sus nietos, los ejercicios para adultos, pintar mandalas, escribir poemas, hacer llamadas a aquéllos que hace mil años no hacían, ni siquiera volver a acomodar el ropero por cuarta vez…

Nada importaba.

El tema era hacerse del último trozo del queso y, lo más doloroso … lo más penoso: descubrir quién se había comido el resto del queso que sospechosamente había desaparecido …

Sus ojos inyectados en sangre, sus bocas destilando veneno y sus oidos cerrados a escuchar más, no les hicieron percatar que los fideos se habían pasado y se habían convertido en una masa uniforme desparramada en las hornallas de la cocina, incomible a esa altura de los acontecimientos.

Hubo un silencio de película de suspenso.

Sólo se escuchaba en el ambiente, la respiración agitada y entrecortada de ambos.

La Televisión encendida como muchas noches, a un costado, se convirtió en testigo de una noche macabra.

Sin sonido, estaba en “mute” y mostraba una cara feliz de una joven.

Ambos prestaron atención.

En el Graph se leía claramente:ULTIMO MOMENTO – Matrimonio se separa ante el Juez, con la tecnología del ZOOM.

Dejaron caer sus cuchillos en el mantel de la mesa, se miraron nuevamente a los ojos, ahora con menos vehemencia.

El silencio se prolongó hasta que ella, como si nada hubiese ocurrido, lanzó una pregunta decisiva:

– Y nosotros … qué le diríamos al Juez ?

Él, secamente, le respondió:- La realidad … no le vamos a ir con mentiras a un Juez …

Yo me quedé pensando, ¿ existirá causal de divorcio por un cacho de queso ?

Mi esposa, que es capaz de fumar debajo del agua, “casualmente” estaba escuchando el relato de lo sucedido a mis amigos, me respondió:

– En esta cuarentena, cariño … todo es posible …

No quise seguir con el tema, no me gusta ventilar los problemas de pareja de mis amigos, menos aún los mios.

Sólo atiné a agendar en mi celular, el nombre del Juez que se mencionaba en la TV.

No se porqué se me vino a mi mente aquel dicho del Martín Fierro:“Hacete amigo del Juez …”

«En cuarentena todo es posible»- dijo mi esposa …y ¿quién se lo va a refutar?

Carlos Emilio Dentone

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