A VOS QUERIDA RADIO

A VOS QUERIDA RADIO

Fuiste el centro de atención que reunía en la sala grande de la “casa chorizo” a mi familia … la Nonna, mis viejos, mi hermana y yo.

En torno tuyo se escuchaba música … música de la nuestra !!!

Radioteatros …

Audiciones … para nosotros los pibes …

Programas de humor…

Los Partidos de fútbol de los Domingos …

Dije:
“Se escuchaba … “ pero no … no era así … yo veía, además de escuchar, yo observaba todo lo que pasaba dentro del aparato Franklin que había comprado mi viejo, allá por el 54 o 55.

Yo podía ver cuando un gaucho peleaba con otro a cuchillazos, o los besos que se daba aquella pareja, o el voceo de un canillita vendiendo sus diarios o los rayos en una tormenta que caían sobre un rancho.

Y cuando anunciaban, con esas voces tan particulares, la salida de mi equipo por el túnel?

Qué emoción ver los colores en la camiseta de mis amores …

Y los Goles? …

Ese cabezazo del 9 que entró en el ángulo, inalcanzable para el arquero, cómo la clavó el zurdo !!!

Pero si hasta en tus publicidades nos mostrabas lo que vendían a través tuyo:

Un jabón de tocador, una gomina, un aceite de cocina, un licor, un jabón en polvo, un vaquero, un traje, una mueblería, un remedio para el dolor de cabeza, o el anuncio del próximo programa … tantas cosas que ya ni me acuerdo …

Si hasta una tarde lloré porque vi, te aseguro que vi morirse al último perrito de Tatin, que ya había perdido 9 de los 10 que tenía …

¿Y el boxeo de los sábados a la noche?

Mi vista se dirigía a cada esquina cuando el locutor decía :
“ Y en este rincón …”

O veía si un boxeador era más gordo que el otro cuando el animador en el medio del ring decía:

“ … que acusó en la báscula 71 kilos 300 … siete … uno … treeeescientos “.

No me perdía nada.

Me hubiese gustado haber visto las veladas bailables en tus estudios o a las orquestas de moda del momento.
Llegué tarde, pero mis viejos me contaron.

Fuimos creciendo juntos. Eramos inseparables.

Un día, el viejo se apareció con una portátil.

Quedó arriba de la mesa, nadie se animaba a tocarla.
La sorpresa fue cuando mi vieja me dijo:
– Papá te la compró para vos … cuidala !!!

Cómo no iba a cuidarla si representaba un tesoro !!!

Seguiría escuchando y viendo tus imágenes, estimo que de por vida.

Sabés las Obras de Teatro que me vi en directo desde los mismísimos teatros? Por LS4 Radio Porteña … .

Qué escenografías, por favor !!! Qué Obras !!! Qué Elencos !!!

Y así, creciendo, fui escuchando la música de mi edad, sábados de música y a esperar la noche del boxeo.

La sensación de quedarse dormido con la radio encendida en el pecho era única.

Viviste esa gloria ?

Fue pasando el tiempo.

En el primer auto familiar que tuvimos siempre estuviste presente, fuera donde fuera el Siam Di Tella …

Le dabas continuidad a tu voz, aún cuando no estabas en casa.

Eras tan compañera que, si iba a la cancha, te llevaba conmigo y escuchaba los otros partidos, en el mismo tablón de la tribuna …

Siempre juntos !!!

Ya de grande comencé a escuchar los Sábados a la tarde, a un locutor que narraba unos Cuentos futboleros, los cuales también veía como si fueran fotos en cada estrofa, en cada secuencia … una sucesión de imágenes y el relato con esa voz …

Porque los locutores, los conductores, son esas voces que te hacen imaginar un mundo, ellos te hacían volar, ellos te ubicaban en un estadio, en un ring, en una calle, en un desierto, en un parque de diversiones o en un escenario, en un invierno o en un verano, a la vuelta de la esquina o en la otra punta del mundo.

Tenían la habilidad de transportarte haciendo magia con esa voz.

En un momento, duro para mi, quedé sin trabajo a los 50 años.

Uno de mis pasatiempos era escuchar las FM de mi pueblo, que ya iban ganando terreno a las AM.

Un día me acerqué a una emisora cerca de casa.

Quería ver lo que era un Estudio.

Necesitaba ver la cara del conductor o la locutora, de que lugar salía música, como eran las paredes, sentir su aroma…

Lo vi de lejos.
Alcancé a ver una ventanita con una luz y dos cabecitas que se movían cerca del micrófono.

Después de espiar, y saliendo por el pasillo, me topé con el dueño.

Me preguntó si necesitaba algo.

– No, no, le dije, no … sólo miraba. Disculpe si molesto.

Me retiré pensando …

El resto del día y la noche mi mente pensaba en el estudio, en la ventanita, en esa puerta pesada que cerraron justo cuando yo me asomaba.

Agotado, me dormí.

Pero a la mañana siguiente me desperté y volví al estudio.

Ubique al dueño y le dije :

– Puedo hacer un Programa en su radio ?

Se sonrió y me respondió:

– Tenés experiencia ?

– No para nada !!! contesté, pero tengo la dicha de haber tenido a la radio como compañera desde la misma cuna.

– Y qué te gustaría hacer?

– Hablar de Películas o de Obras de Teatro. Me gusta esi. (Yo quería, en realidad, hacer un Programa como el locutor de los sábados a la hora de la siesta que narraba esos cuentos)

Me dijo:

– Prepara algo y veni mañana a las nueve menos cuarto de la mañana.

Al otro día y antes de la hora fijada estaba presente con mis papeles:

– Veni, pasa !!! me dijo el dueño.

Entré al Estudio.

Estaba embelesado. No me perdía detalle.
Se escuchaba una música de fondo.

El conductor del programa, un muchacho joven con voz potente me dijo:

– Te explico … El Operador pone la cortina musical
Yo hago la presentación y largo mi editorial de hoy.
Cuando termino vamos a un tema musical … una chacarera ponemos hoy.
Termina la música y te presento a vos y largas con lo tuyo. Ok?
Estate atento.
Mira siempre la luz roja.
Habla pegado al micrófono.
Vamos que quedan 10 segundos –

Así … de una me lo tiró.

Yo volaba … me consumían los nervios … ocurrió todo como él me vaticinó …

Salvo que, cuando yo tenía que comenzar a contar sobre una obra de Teatro, que había visto hacía pocos días atrás, me quedé mudo, no articule palabra.

Pasó un tiempo prudencial … un par de segundos no más, y el locutor, con toda la cancha y la profesionalidad, salvó los porotos, mandó hora, temperatura y humedad …

Me quedé con él toda la mañana, sin hablar palabra. Sólo observaba. Cuando terminó su horario me dijo:

– Qué vas a hacer ?

– Nada, le contesté, no sirvo para el micrófono, no estoy para hacer radio, ni loco. Te pido disculpas. Sólo fue un sueño que quería cumplir … yo pense … –

Me dijo:

– Nada no penses nada. Venite mañana. Hace una prueba más … Insistió.

Fue un miércoles de Noviembre del año 2000.

Hoy, Agosto de 2020, tengo mi programa radial, ahora, en otra FM.

Se van a cumplir 20 años, prácticamente ininterrumpidos, desde aquélla posibilidad que me dieron en la radio de mi pueblo.

Aún con mis limitaciones, llevo preparados mis temas, espero que todo esté en orden, le comento al operador la idea del día, le doy la música que se escuchará, me acomodo en la silla, me pongo los auriculares que me aislan del mundo, para estar mas cerquita del oyente y espero que el operador me haga su seña habitual y, cuando se encienda la luz roja … trataré una vez más que la magia se haga presente.

Ese momento único donde el éter me vincula con aquél que, en su casa, en un auto, en un camión, en la calle, en su trabajo o donde sea y hasta quizás al azar, encontró una estación de radio que lo convocó o aquél que por uso y costumbre escucha de 18 a 20 horas de Lunes a Viernes ese Programa que hago con tanto amor.

Es devolverle un poco a la radio todo lo que me dio desde aquella época, en la sala grande de la “casa chorizo”

Por qué cuento todo esto?

Porque hoy es el cumpleaños número 100 de la Radio en nuestro país y necesitaba estar cerca de los locos … siiii de Los locos de la azotea … y subirme con ellos a la terraza del viejo Teatro Coliseo.

Dedico este relato con todo mi cariño a un icono de la Locución, a “la voz”, a la Cantante, a la amiga que quiero mucho, a vos Marita Monteleone !!!

Carlos Emilio Dentone
27 de Agosto de 2020.

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